Mi primo, que no ha estado en Japón, trae al Proyecto Maja® dos majas japonesas, una vestida y otra desnuda, como debe ser, por aquello de los contactos entre civilizaciones. En realidad son majas ambiguas ya que la vestida no lo está mucho, pues se tapa con un almohadón de leopardo, bien es cierto que en Japón no hay leopardos, pero se trata sin duda de majas exóticas, aunque japonesas. La desnuda se tapa púdicamente, como las venus renacentistas pero se debe a otro motivo: en Japón está prohibido enseñar el coño, aunque en el Proyecto Maja® no lo esté. Pero eso la japonesa no lo sabe. Es una maja ambigua que ha venido hasta aquí para hacer de eso, pero lo que quiere de verdad es que la lleven al Museo del Prado. En realidad está ahorrando para ello por si acaso, y de momento se viene aquí. También es cierto que tiene una prima en Madrid que está estudiando Filología; por las tardes también toma clases de flamenco y quiere llevarse a la maja (cuando venga) a El Escorial-Valle de los Caídos. Yo creo, sin embargo, que la japo no se va a dejar.
Bien es cierto que es una maja sedente, como las antiguas diosas neolíticas y el diván enamorado todavía le cae lejos. Cuando venga al Museo del Prado y luego se vaya a la plaza de Santa Ana a tomar tapitas con los guiris seguro que se entera, aunque debe tener cuidado de que Goya (o un sucedáneo) no la tumbe antes. Yo supongo que Goya no tenía idea de donde estaba Japón pero seguro que le hubiera gustado llevar a una maja japonesa (vestida al gusto) a eso de la pradera de San Isidro, bien es cierto que le quedaría a la maja algo lejos de su Japón. Pero el amor carece de fronteras, ya se sabe.
Si quiere que le manden una maja japonesa vaya AQUI
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