jueves, 13 de marzo de 2008

Neverending vuelve a dar en el clavo (y gana el concurso de la Maja Rarita)



El ínclito Neverending ha remitido el siguiente correo...

Estimados miembros del Comité Directivo del Proyecto Maja®

¡Joder con la maja rarita!, y perdón por la expresión,... o mejor podríamos decir las majas raritas...si les digo la verdad, hoy por la noche estaba a punto de desistir, cuando mis labores de investigación dentro de diosas del mar de la mitología griega, me han llevado a redactarme en un folio términos relacionados con esta época, del género femenino, claro está. Luego, brujuleando entre mis fuentes, por fin he descubierto de qué cuadro se trataba.

Son las "Ninfas bañándose" de Paul Delvaux, de 1938. está englobado en la época de las vanguardias históricas - surrealismo, entre los cuadros que representaban costumbres y protesta social y se trata de un óleo sobre lienzo de 130x150 cm. perteneciente en la actualidad a un coleccionista privado en Bélgica, país de origen del pintor.

Espero ansioso el post y, quien sabe, otra maja rarita de las que gusta al Comité ponernos como prueba. Ya estoy preparando un nuevo post con otras majas, ya que las vigilantes no han sugerido al personal ni el más mínimo efecto nostálgico (incluyendo a David Hasselholf) y espero los comentarios de la gente. Como ya bien sabe el comité, por si surgen dudas y/o comentarios, ni mi formación ni mi carrera profesional están relacionadas con el arte, ni con las letras... siempre ha sido eminentemente técnica, pero lo cortés no quita lo valiente; es un gran entretenimiento investigador y curioso.

Saludos y buenas noches.

NEVERENDINGSTORY1972


La Venus dormida 1932

Paul Delvaux (1897-1994) nació en Antheit, provincia de Lieja (Bélgica), en el seno de una familia acomodada, y comenzó a exponer en Bruselas en la década de los veinte. Pese a participar, entre otras, en la Exposición Internacional del Surrealismo organizada por André Breton y Paul Éluard en París en 1938, nunca se consideró un surrealista, y tampoco su estilo se ajustaría estrictamente a corriente artística alguna. De sólida formación académica y vasta cultura, Delvaux dominaba a la perfección los diferentes medios artísticos.

La bañista en la arena 1934

El universo eminentemente femenino de Delvaux está dominado por la reiteración de un mismo tipo de mujer, desnuda las más de las veces, otras veladamente semidesnuda o vestida con elaboradas versiones de los tradicionales encajes belgas, pero siempre distante e inaccesible para el hombre. La afectación y la teatralidad de estas mujeres galantes, representadas a veces en escenas íntimas, así como los complementos que las adornan entroncan con una larga tradición de la pintura occidental especializada en retratar el ámbito personal de la mujer. El Delvaux más tradicional y probablemente más directo, menos enigmático, aflora en las obras dedicadas a la maternidad. Su profundo conocimiento de la historia del arte occidental le permite recrear este motivo clásico, aunque desprovisto del significado religioso que es habitual.

Pigmalión, 1939

El interés por la Antigüedad grecorromana se remonta a la infancia del artista, cuando en sus años escolares, leyó las grandes obras de Homero, Virgilio y Ovidio. Junto a la presencia de imponentes templos inspirados por sus viajes a Italia, Delvaux pintó y dibujó numerosas versiones de mitos clásicos y recreó igualmente episodios históricos. Delvaux exploró también en numerosas obras, y de manera bastante explícita, el tema del amor entre mujeres. Sus amigas gozan del sentimiento amoroso en toda su plenitud, desde el erotismo del contacto físico hasta la ternura de la comunicación personal. Aunque él mismo declarase que sin erotismo la pintura le resultaba imposible, lo cierto es que en la mayor parte de su obra una extraña frialdad caracteriza la interacción entre los sexos opuestos. Sin embargo, las amigas de Delvaux, odaliscas, cómplices, desvestidas, a veces hasta demasiado explícitas, disponibles para los ojos del voyeur, se miran con frecuencia una a otra y una en otra.

Venus pompeyana, 1940

Delvaux es un artista de fantasioso y onírico; sus cuadros y dibujos, poblados de seres solitarios inmersos en una atmósfera casi siempre inquietante, revelan un mundo tan personal como inconfundible. Delvaux leyó de niño el Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne y quedó fascinado por su protagonista, el profesor alemán Otto Lidenbrock, especialista en mineralogía. Este personaje aparece después en numerosas ocasiones en su obra. Pero el universo científico y austero de los sabios de Julio Verne, perdidos en su pasión célibe, se halla en oposición y diálogo con la espléndida desnudez de las mujeres-cortesanas que se sitúan ante ellos. También destaca su interés por los esqueletos que enlaza con una larga tradición artística. Pero, a diferencia de sus ilustres precedentes, no los utilizó para reflexionar sobre nuestro destino mortal y lo efímero de la existencia terrenal, sino como trasunto de los vivos. El propio artista declaró que se negaba a cualquier interpretación simbólica de la presencia de los esqueletos en su obra. Representados con científica meticulosidad, los vemos así peleando, leyendo o haciendo vida social en una taberna. En Delvaux, los esqueletos actúan, se mueven, se desplazan y bailan cuando están alegres, cuando han decidido atemorizarnos o atemorizarse entre ellos, se les desencajan las mandíbulas, sus cuencas se animan y estallan en sonoras risotadas.


Venus ferroviaria, 1948

Las estaciones ferroviarias son también una de las constantes temáticas en la obra del artista belga que proceden de sus recuerdos infantiles. Es un mundo que pese a estar representado de modo realista evoca sentimientos de nostalgia y ensoñación, un mundo en el que también los espectadores pueden comprobar en una larga serie de obras como lo grotesco se opone a la belleza idealizada de la mayor parte de su producción. «El que no sueña no vive», afirmó en cierta ocasión Paul Delvaux. En efecto, el mundo de los sueños impregna toda la producción del maestro belga que se protagoniza con frecuencia a través de la figura de una mujer dormida. Quizá sea este Delvaux el más próximo al movimiento surrealista, que como es sabido se basa en gran medida en la exploración de los sueños y el subconsciente. En esta faceta de indagación de lo onírico se aprecia la fuerte impresión que le produjo conocer en 1934 la pintura metafísica del italiano Giorgio de Chirico. La vida de Paul Delvaux abarca prácticamente en su totalidad el siglo XX. Es una figura clave para comprender el sentido de las vanguardias, el expresionismo abstracto, el arte conceptual o el surrealismo, sin que su estilo llegue a ajustarse estrictamente a ninguna corriente artística. La intención de Delvaux es crear una transposición, una vuelta de tuerca a una cierta realidad pero que es la realidad del cuadro, no la auténtica realidad. Quizá eso pueda llamarse surrealismo, pero la intención del pintor no siempre fue en dicho sentido: más bien Delvaux lo que pretende es presentarnos una segunda realidad (como él mismo decía) la suya propia...

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