Panterablanca nos remite estas majas tricolores que nos hacen recordar a Kieslowsky, cineasta polaco nacido en Varsovia en 1941. Hijo de una familia de clase modesta, poco después de finalizar sus estudios intenta hacerse bombero. Pocos meses más tarde abandona y vuelve a estudiar, inscribiéndose en 1957 en
"Lo íntimo me atrae -declara Kieslowsky-. Por eso trato de acercarme, lo más posible, con la cámara. Trato de bajarme, porque lo que me interesa está en los ojos, en la boca, en la mueca, en la palabra de la persona que está frente a mí; en todo lo que es estrictamente íntimo...La intimidad es eso que el hombre trata de esconder. La cámara que trata de violarla es desvergonzada, invasora, villana...Es necesario permitir que el hombre guarde en la intimidad lo que considera justo. La película de ficción, por el contrario, conlleva algunos límites y dificultades. Para mí sólo cuenta lo que el hombre siente en su interior; no lo que enseña afuera...La cámara baja cada vez más y uso objetivos cada vez más amplios, que son muy estáticos, y me acercaría todavía más si tuviera buenos micrófonos y una cámara más silenciosa...".
Muchas veces se ha dicho que en sus películas, Kieslowsky pone las almas al desnudo pero esto no se refiere a la anécdota que pueda sugerir un caso humano singular, la intimidad agarrada in fraganti y revelada públicamente sino en el sentido del rechazo sistemático de lo superficial o el sensacionalismo exterior. Este autor elige un punto de vista interno de las cosas que toma en cuenta lo complejo, la contrariedad y la ambigüedad sutil de la acción humana, rechazando cualquier toma de posición preconcebida, para generar una percepción compasiva, radical y profunda. En esta tarea le ayuda la capacidad de la que dispone el cineasta para establecer relaciones de interdependencia recíproca entre hechos mínimos, aparentemente insignificantes, que se vuelven para él elementos de una construcción compleja. Kieslowsky genera una geometría abstracta de individuos, recíprocamente relacionados con recorridos personales cuyo éxito deviene imprevisible. Un cine de imprevistas perturbaciones con uso anticonvencional de las nociones más elementales, que en “Tres colores...” se inspira en los principios de
Plinio Martelli (Turin, 1945) es hijo y nieto de pintores. Su padre, milanés de nacimiento, se trasladó luego a Turín, en donde trabajó junto a distintos artistas famosos; el abuelo era de Ferrara y fue compañero en Milán de Carrà, Malerba o Bonzaghi. Martelli se licenció en Accademia Albertina de Bellas Artes de Turín con maestros como Enrico Paolucci o Mario Calandri y en 1969, después de varias exposiciones colectivas, prepara su primera individual en la galería de arte contemporáneo de Christian Stein, con el que mantuvo muchos años de intensa colaboración.
Martelli busca la transformación del lenguaje artístico utilizando distintas técnicas y materiales, con objeto de mejorar el contenido de la propia obra. Además de la escultura, el dibujo y la fotografía, otra forma de expresión de este artista ha sido el cine y con tal motivo fue invitado a
Su trabajo recorre diferentes y variados medios de expresión como escultura, dibujo, fotografía o cine, que recogen distintas influencias estéticas siempre tratadas de forma irónica y provocadora con obras que se encuentran en distintas colecciones y museos internacionales. Además de dedicarse a la investigación en el campo del arte contemporáneo es profesor de Pintura y Grabado en
2 comentarios:
Me ha gustado mucho este post. Curiosamente, yo también pensé en esa trilogía cuando te mandé las majas, pero como la maja azul, no era azul en principio, pues no dije nada.
Besos salvajes.
mmmmmmmmmmmmmmmmmmm...ya ves, tuvimos esa coincidencia, a Plinio también le gustaba el polaco...
Besos
M.
Publicar un comentario