jueves, 21 de febrero de 2008

Una maja romana de Camille Corot de 1843



Jean-Baptiste Camille Corot (París, 1796 - París, 1875) fue conocido por sus paisajes realistas y románticos pero su obra anuncia ya el Impresionismo. También se dedicó a pintar retratos y estudios de figuras humanas. Fue un hombre sencillo y generoso con sus amigos; En su primer y más largo viaje a Italia, entre 1822 y 1825, descubre fascinado los efectos de la rotunda luz meridional en Roma y su campiña y, más aún, en Tívoli y alrededores de Nápoles. Los temas pintados en Italia son, con frecuencia, los restos de monumentos de la Antigüedad romana, tantas veces pintados por artistas de toda Europa que acudían a Roma a completar su formación, pero mientras otros pintores repetían los modelos poéticos del clasicismo académico, Corot los pintó tal como los veía, volúmenes que, sin perder su significación histórica, variaban según incidiera sobre ellos la luz. La luz italiana le enseñaría otra de sus aportaciones fundamentales al lenguaje pictórico de la modernidad. En Francia, Corot prefería las horas de amanecer y el crepúsculo, cuando la luz se difumina, para salir al campo a pintar. Pero en Italia aprendió que el color pasaba así a ser un factor relativo, cuyo papel en la tela dependía de los demás tonos que lo rodeaban. Con ello no sólo estaba avanzando un principio esencial del lenguaje impresionista, sino del de toda la pintura moderna.


La influencia de Corot fue decisiva en los primeros pasos de Monet, Renoir y Berthe Morisot, así como en toda la obra de Camille Pissarro, aunque no vio con simpatía al impresionismo como grupo, debido a la rebeldía de sus jóvenes colegas. Corot aunó la herencia clásica y romántica en el paisaje, sumando a la solidez compositiva de la tradición la frescura de la ejecución al aire libre, la paleta clara y el sentido de lo fragmentario. Sin él, quizás no hubiera sido posible el valor espacial y constructivo que, años después, Cézanne le daría a la pincelada impresionista, poniendo con ello el primer peldaño de la historia de la pintura moderna. Puede considerarse que Camille Corot es el precedente más claro de los impresionistas, ya que fue el primero que le dio carta de naturaleza a la pintura al aire libre. La revolución impresionista radicaba precisamente en la fidelidad a la sensación óptica obtenida ante la naturaleza en determinadas condiciones de atmosféricas y de luz. Corot fue el primer pintor que expresó esa sensación en sus cuadros. No sería muy aventurado pensar que Manet, antes de pintar su “Olympia” conoció la obra que Corot había pintado en Roma: Marietta, llamada la Odalisca Romana. La obra cuenta con unos rasgos de modernidad muy marcados. Sin duda Corot estaba comenzando a transgredir las características de la pintura clásica, convirtiendo a una de las voluptuosas y sensuales odaliscas de siempre en el claro retrato de Marietta, una chica común de la Roma de entonces.


Esta autentica maja parece un tanto pudorosa, quizá no tuviera edad suficiente para ser una auténtica maja y le faltó valor. En realidad, el cuadro de Corot se sitúa a medio camino entre las majas y las venus, según la definición adoptada aquí. Tiene orientación de maja, carácter de maja, pelo de maja, una flor de maja en la oreja y ganas de serlo. El gesto es algo vuelto, prefiere enseñar el culo al pubis, con lo cual tendría quizá algun adepto especial, nunca se sabe. No quiero imaginar su historia con Corot, pero podría servir seguramente para mis cuentos del otro blog...

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